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Al Señor que se acerca venid adorémosle.

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Liturgia de adviento nos invita a prepararnos para la celebración de la Navidad con una fe profunda y auténtica. Pero solamente Él nos puede otorgar la gracia de preparar su venida.

Espero y confío que todos nosotros hayamos escuchado las palabras de Juan el Bautista invitándonos a preparar el camino y a permitir que el Señor prepare en nosotros un corazón bien dispuesto y una transformación y renovación auténticas. Somos conscientes de que la gracia todo lo puede y que Él es la fuente de salvación y justificación.

Es tiempo de alegría y paz, de fraternidad y de celebración donde el Hijo de Dios ha de ser el centro de nuestra vida. Pero Él vino a los suyos y los suyos no le recibieron. Que nosotros, llamados por Él a seguir sus pasos responsamos con generosidad, alegría y paz uniendo nuestras voces a las de tantos hombres y mujeres en el mundo para que el mensaje de paz de los ángeles se convierta en realidad en el mundo, en nuestras comunidades y en nuestras vidas.

No faltarán dificultades y desafíos. He terminado la visita a Venezuela y he sido testigo de las penurias de todo un pueblo y de nuestros hermanos. La abundancia de otras presencias podíamos decir que es un contrasentido frente a los hermanos en aquel vicariato. Lo que el día Nochebuena estará en nuestra mesa no lo pueden imaginar ni soñar. Les hemos llevado lo que pudimos para ayudarles a remediar las necesidades más urgentes, pero de poco servirá si no hacemos un plan sistemático para hacerles llegar alguna ayuda. Baste decir que al salir de Madrid el cambio estaba a 300 bolívares aproximadamente y a nuestro regreso ya pasaba de los 700.

Los frailes han hecho un esfuerzo para que no nos faltase nada, pero no debieran haberlo hecho ya que ellos viven con toda estrechez. Hemos sido testigos de colas de 186 autobuses, camiones y coches para echar gasolina y la estación de servicio no estaba abierta.

El día de la ordenación de Fr. Moisés la recepción consistió en un vaso de jugo, un poco de arroz y una ensaladilla con una rodajita de dulce. Y qué es esto cuando no se encuentran medicinas para los enfermos. ¡Qué ojos no hemos visto! ¡Qué miradas! Sí ven Señor no tardes, ven y haz justicia para que haya pan, paz y justicia.

Al margen de esta penuria presenciamos la asistencia entusiasta de los fieles en las iglesias, los cantos enfervorizados y las respuestas energéticas en la oración de los fieles, signo de la fe y de la impotencia y al mismo tiempo como un grito de los que no pueden y desean que algo radical ocurra y les libere de la presente estrechez, penuria e inseguridad en un país tan rico en materias primas, con un clima excelente para la producción y con grandes reservas de petróleo, madera, diamantes...

Pido a todos los hermanos de la Provincia que, ante el Señor en la oración, se acuerden de estos hermanos nuestros y del pueblo que les rodea. De no ser así nuestra Navidad no sería fraterna y responsable.

Hago extensivo mi saludo a todos y cada uno de los hermanos de la Provincia y pido al Rey de la Paz que derrame sobre todos nosotros su gracia, vida y paz.

Feliz Navidad. 

Fr. Bonifacio Solís García, OP

Prior Provincial

Province of Our Lady of the Rosary