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El Coronavirus y la Bioética

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FAUSTO GOMEZ, OP

Bioética es la ética de la vida, de la vida humana desde su comienzo hasta su fin. En ella se estudian y analizan los problemas éticos relacionados con la vida, la salud, la enfermedad y la muerte. La bioética presenta la dimensión ética de las ciencias de la vida.

En nuestro mundo globalizado, los problemas y dilemas éticos, como en el caso de la pandemia del Covid-19, se estudian y analizan desde una perspectiva global fundamentada en principios y valores éticos universales.

En este artículo vamos a reflexionar primero, y en general, sobre el nuevo coronavirus y segundo, y en particular, sobre el dramático dilema que nos presenta la escasez de medios sanitarios, de unidades de cuidados intensivos (UCI) y respiradores mecánicos, para cuidar de los muchos infectados por el coronavirus

PRINCIPIOS BIOÉTICOS

La persona humana es el objetivo central de la ética y de la ética aplicada a las ciencias de la vida, o sea la bioética. Toda persona humana es un ser ético que posee una dignidad única, la cual puede describirse como la posesión de derechos humanos que son inviolables: el derecho a la vida, la libertad, el deseo común de felicidad, etc. Todo ser humano merece respeto. La persona humana es por naturaleza un individuo y un ser social. Los humanos dependen unos de otros, y también su salud. Son seres ecológicos por naturaleza, y como creaturas del universo su salud también depende de la salud de la tierra.

Entre los valores esenciales que nos ayudan a practicar el respeto a todos los humanos están los siguientes: la vida, la libertad, la justicia y la solidaridad, la verdad y el bien común. Con relación a la práctica de la política comunitaria de las autoridades civiles y de los sanitarios en relación con el coronavirus hay dos principios éticos importantes: los principios de solidaridad y de subsidiaridad, siempre unidos en el magisterio social de la Iglesia. El principio de solidaridad (justicia y amor al prójimo) nos abre a todos, principalmente a los más vulnerables en nuestras sociedades y comunidades.  Según el principio de subsidiaridad “una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándole de sus competencias sino que más bien debe sostenerle en caso de necesidad y ayudar a coordinar su acción con los demás componentes sociales, con miras al bien común”. El Catecismo añade que “el principio de subsidiaridad es contrario a todo colectivismo, y además “pone limite a las intervenciones del estado (CCC 1883, 1885). Estos dos principios están íntimamente conectados: “La solidaridad sin subsidiaridad puede degenerar fácilmente en estado de dependencia”: ¿es esto lo que pretenden y promueven en Europa algunos partidos políticos de la izquierda? Por otra parte, “la subsidiaridad sin solidaridad corre el peligro de alentar formas de localismos egoístas”: ¿promocionar fronteras estrictas entre países o regiones? Declaraciones de emergencia nacional o estados de alarma o excepción no deben prolongarse más del tiempo necesario para el bien común (Consejo Pontificio para Justicia y Paz, CSDC, no. 351). Además, las normas pertinentes sobre el Covid-19 de autoridades civiles deben basarse siempre en las recomendaciones  de expertos profesionales independientes y  no de políticos o partidos políticos. Ciertamente estamos en una grave crisis sanitaria y social muy delicada.

Es posible que a veces haya conflicto entre distintos principios y valores éticos, como en el caso del nuevo coronavirus: conflicto entre los principios  de libertad personal y el bien común. En este caso el gobierno central decide sobre el bien común, pero respetando lo más posible los derechos de las personas y grupos sociales. Además, en este caso excepcional, la autoridad nacional debe consultar y consensuar en lo posible con las diversas autonomías su acción global. El uso político del coronavirus es inmoral. Hay que aplaudir a quienes nos ayudan en este tiempo de crisis sanitara, social y económica y llorar a nuestros queridos muertos, y también criticar a las autoridades y políticos con tal de que la crítica sea verdadera y justa – y sin insultar. 

EL USO DE RESPIRADORES

El dilema ético principal, especialmente para los profesionales sanitarios, es seleccionar entre pacientes graves a quienes deben usar el insuficiente número de unidades de cuidados intensivos (UCI) disponibles. Esta dramática decisión deberá llevarse a cabo de acuerdo con los principios éticos básicos fundamentados en la dignidad humana y derechos humanos y el bien común. Todas las personas somos iguales en dignidad y derechos humanos fundamentales y por tanto, “casos iguales requieren un tratamiento igual”.

Los principios éticos que nos ayudan y guían a tomar decisiones correctas son los principios de respeto a cada persona humana, la justicia, la solidaridad y el bien común. La justicia implica igualdad: dar a cada persona lo que se le debe, sus derechos. La solidaridad nos inclina a trabajar por el bien común, que es el objetivo de la justicia y la solidaridad, y significa fundamentalmente respeto a nuestros derechos y nuestro deber de respetar los derechos de los demás.  

Antes de poder aplicar los principios éticos que guían una selección justa de pacientes, todas las otras opciones posibles deben ser tenidas en cuenta y evaluadas debidamente. ¿Cuáles son las opciones posibles?   Los expertos mencionan las siguientes: optimización de los medios disponibles, cuidar de los pacientes graves por otros medios no es posible, los pacientes no pueden esperar hasta que haya un respirador disponible; un respirador no pude usarse por dos personas; el paciente excluido no puede ser trasladado a otro hospital que tenga algún respirador disponible;  el posible uso de otros medios que están siendo usados por pacientes que no están luchando por la vida. Acentuemos que la UCI se usa en situaciones de emergencia y para pacientes graves que realmente lo necesitan y no pueden ser tratados de otra manera.

DOLOROSA SELECCIÓN DE PACIENTES

Cuando e número de respiradores no es sufriente para un mucho mayor número de pacientes graves, ¿cómo seleccionar a unos y excluir a otros? El principio general aplicable en estos y otros casos similares es el llamado “seleccion triaje”. Triaje es definido como “el proceso de decidir qué pacientes deben ser tratados en primer lugar  basándose en el grado de enfermedad o en la severidad del daño que tiene el paciente”. Es importante subrayar que el triaje respeta la justicia. “En estos casos, y después de haber realizado a nivel de organización todo lo posible para evitar el racionamiento, siempre debe tenerse en cuenta  que las decisiones no pueden basarse en diferencias  en el valor de la vida humana y la dignidad de la persona, que son siempre iguales y sin precio. Más bien la decisión  se basa en el mejor uso posible de los tratamientos, y en la evaluación de los beneficios clínicos que el tratamiento produce, basados en la prognosis del paciente” (Academia Pontifica por la Vida, PAV, Pandemia global y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia del Covid-19, Marzo, 2020). Un experto en bioética escribe: “Si este criterio selectivo se aplica correctamente, en realidad, no se estaría dejando morir a pacientes como si de una forma de eutanasia se tratara, sino que se está tratando de salvar a los que más posibilidades tengan de sobrevivir con el mínimo de secuelas graves, dada la limitación de recursos. La muerte de estos pacientes no es buscada, ni tolerada siquiera, sino que es sencillamente inevitable” (Julio Tudela, Instituto Ciencias de la Vida. Observatorio de Bioética, abril 11, 2020). 

En este contexto podemos decir que el llamado principio de utilidad o de los más útiles socialmente puede ser discriminatorio. Seleccionar a los de más valía social implica excluir a los que no son útiles socialmente (mendigos, discapacitados, personas mayores), y esto se opone al principio fundamental de la dignidad y derechos iguales de toda persona. Nadie es socialmente inútil. Una aplicación inmoral del principio de utilidad social – desafortunadamente una realidad en algunos países europeos – es discriminación contra grupos de pacientes afectados por el coronavirus como las personas mayores de 80 años. Es apropiado ayudar a la mayoría de la gente pero sin discriminación contra las minorías. La aplicación del principio de utilidad es ética si respeta el principio de justicia. En este caso, los expertos hablan de la aplicación del principio de justicia catastrófica para decidir quién debe ser intubado y quién no.

Unos textos para reflexionar: “Los medios técnicos y clínicos para contener el virus deben integrarse dentro de una búsqueda amplia y profunda del bien común, que tendrá que resistir la tendencia a llevar los beneficios hacia los privilegiados y a desatender a personas vulnerables según sea su nacionalidad, ingresos, política o edad… La edad no puede ser considerada  como el único y automático criterio que gobierne la selección. Hacerlo así  nos llevaría a una actitud discriminatoria hacia los mayores y los débiles” (PAV).  Por su parte Tudela escribe: “La aplicación de otros criterios de forma discriminatoria, como la edad del paciente u otras circunstancias como trastornos psíquicos, demencia o cualquier otra forma de discapacidad o dependencia, no sería aceptable bioéticamente, pues implicaría proceder en contra del respeto a la dignidad que todo ser humano posee independientemente de sus circunstancias, y se alejarían del criterio básico de selección basado en las posibilidades de supervivencia sin graves secuelas”.

            Al terminar de escribir los dos párrafos anteriores hice un paréntesis para leer los periódicos. Leo una entrevista en El Mudo (abril 26, 2020) con el gran economista americano Arthur Laffer, quien afirma: “El coronavirus es darwiniano: elimina a los viejos, los enfermos y los pobres”. ¿Hasta qué punto es y dónde es verdad? Para Jesucristo y sus seguidores las personas más vulnerables, las menos “útiles” socialmente,  son las preferidas.

CUIDADOS PALIATIVOS

La decisión médica y ética que conlleva la exclusión de pacientes infectados por el nuevo coronavirus  no es una forma de eutanasia, sino más bien una decisión dolorosa, que es parte de la única  opción correcta en estos casos límite. Si fuere posible, los pacientes excluidos de usar respiradores deberían seguir hospitalizados ya que el hospital ofrece mejores condiciones sanitarias que una residencia de ancianos, y además buenos cuidados paliativos.

En el contexto de la Covid-19 pandemia, los cuidados paliativos incluyen cuidados médicos, sociales y espirituales: los profesionales de la salud se encargan  sobre todo del dolor de los pacientes ya incurables; los familiares cercanos u otras personas amigas del paciente proveen encuentros contra el abandono y la soledad del paciente, y capellanes y otros miembros del equipo pastoral cuidan  de la salud espiritual del paciente en esta importante última etapa de la vida – y también cuidan de sus familias. (En momentos cumbre de esta pandemia, hay que constatar con gratitud que muchos médicos y enfermeros se han cuidado también de la parte espiritual de los cuidados intensivos). A este respecto, el Comité de Ética de España (abril 2020) sugiere correctamente que al menos un familiar cercano al paciente debiera acompañarle. Y añade: “El acompañamiento y  el apoyo espiritual y religioso constituyen parte de los derechos del paciente”. La fe cristiana favorece y práctica, si se lo permiten, esas sugerencias basadas no solamente en  nuestra humanidad sino también en la práctica de la Iglesia a través de los siglos. Para los cristianos, esas sugerencias manifiestan el amor compasivo vivido y enseñado por Jesucristo, que tenía un amor compasivo especial para los más vulnerables, que en el caso del Covid-19 son las personas mayores, los discapacitados y los pobres.

Que este trágico tsunamis humano de la pandemia nos incline a todos a ser más abiertos a los demás, a ayudar a los más vulnerables, y a practicar más extensa y profundamente la justicia, la solidaridad y la fraternidad.  Como una familia que somos, esta actitud abierta y solidaria nos ayudará a salir juntos de esta dramática situación personal, familiar y social ocasionada por el nuevo coronavirus. Esperamos que la pandemia Covid-19 nos haga más corresponsables, más agradecidos, más humildes y más sabios.