Con relación a la vacunación global contra el Covid-19, la cuestión clave es: ¿Qué vacunas son no solo científicamente eficaces y seguras sino también éticamente buenas? La pregunta se la hicieron a la Congregación para la Doctrine de la Fe (CDF) que la respondió en general con una “Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra el Covid-19” (el Vaticano, 21 de diciembre, 2020). El documento más reciente del Vaticano sobre la materia es “Vacuna para todos” (Comisión vaticana Covid-19 en colaboración con la Academia Pontificia por la Vida, 29 de diciembre, 2020).
Un texto anterior de la Congregación para la Doctrina de la Fe había dado la respuesta básica a aquella pregunta inicial: el uso de material biológico de origen ilícito es generalmente ilícito porque implica falta de respeto a la vida humana y una forma de cooperación con el mal. Sin embargo, ese material biológico puede ser usado excepcionalmente, cuando una razón grave justifique su uso. Un ejemplo: en caso de peligro para la salud de niños, sus padres pueden permitir el uso de una vacuna producida con líneas celulares de origen ilícito (cf. CFD, Instrucción Dignitas Personae [2008], 35).
¿Qué clase de cooperación con el mal se da por aquellos que reciben una vacuna anti-Covid-19 que ha usado en su producción líneas celulares provenientes de un feto abortado voluntariamente? Ciertamente en este caso no se da una cooperación formal o una cooperación material inmediata: quienes reciben esta vacuna no han contribuido ni directa ni indirectamente a la producción inmoral de la vacuna. Se da una cooperación material mediata, que es pasiva y remota. La Nota de la Congregación nos dice: “El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave: en este caso, la propagación pandémica del virus… que causa el Covid-19” (CDF, Note 3). Por lo tanto, “el uso lícito de esas vacunas no implica ni debe implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares procedentes de fetos abortados” (Ib. 4). DCF añade: “Por lo tanto, se pide tanto a las empresas farmacéuticas como a los organismos sanitarios gubernamentales, que produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia ni al personal sanitario ni a los propios vacunados”. Acentuemos que la posible cooperación con el mal es pasiva y remota, y que los beneficios que se derivan de vacunarse son grandes.
Teniendo en cuenta la situación de emergencia en que nos encontramos, y la expansión global del nuevo coronavirus y de sus crecientes variantes o cepas, y de no poder pararla por ahora de otra manera, aconsejamos con muchísimos otros, que nos vacunemos –una decisión, por otra parte, libre y responsable para cada uno- con la vacuna que nos ofrezcan. Como nos dice una Nota de la Academia Pontifica por la Vida: “Todas las vacunas recomendadas clínicamente pueden ser usadas con una conciencia clara y que el uso de estas vacunas no significa una forma de cooperación con un aborto provocado.” Mientras seguimos defendiendo y apoyando vacunas que no tengan conexión alguna con abortos provocados, reiteramos “la responsabilidad moral de vacunarse para evitar así serios peligros para la salud de los niños y de la población en general”. En la situación excepcional creada por la pandemia, “los criterios que harían ilícita la decisión de vacunarse no son obligatorios” (Vacuna para todos, 13).
La Congregación para la Doctrina de la Fe respeta la conciencia de quienes no pueden aceptar (objeción de conciencia) vacunas provenientes de fetos abortados. Sin embargo, la Congregación añade en su Nota: “Sin embargo, quienes, por razones de conciencia, rechazan las vacunas producidas a partir de líneas celulares procedentes de fetos abortados, deben tomar las medidas, con otros medios profilácticos y con un comportamiento adecuado, para evitar que se conviertan en vehículos de transmisión del agente infeccioso” (CDF, Note 5). En Vacuna para todos (no. 13) se lee: “Negarse a vacunarse puede constituir un riesgo para otros”.
En el futuro, y cuando la situación de emergencia se haya básicamente superado, quizás muchos tengan la oportunidad de escoger una vacuna disponible que sea “éticamente limpia”. En su Nota, CDF presenta ejemplos de “no disponibilidad” de esa vacua: [1] cuando las vacunas sin ningún problema ético no están disponibles para los médicos y los pacientes; [2] donde la distribución de vacunas es más difícil debido al almacenamiento especial que necesitan y las condiciones de su transporte; [3] cuando varios tipos de vacunas se distribuyen en un mismo país pero las autoridades sanitarias no permiten a los ciudadanos escoger la vacuna que ellos consideran éticamente apropiada. (Una buena noticia: en Macao, el gobierno nos permite escoger una de las cuatro vacunas ahora disponibles)
Sería genial, ciertamente, poder escoger una vacuna desconectada totalmente de un aborto provocado. Si pudiera elegir, escogería sin duda una vacuna “limpia” éticamente. ¿Cuál de ellas? Se siguen dando diversas y confusas respuestas sobre las que hay en el mercado: unos dicen unas y otros, otras. Según el Instituto Charlotte Lozier, la mayoría de las vacunas aprobadas o en proceso de aprobación no usan en sus protocolos científicos, en su producción líneas celulares de fetos abortados voluntariamente hace dos años, aunque algunas vacunas sí los usan (cf. Observatorio de Bioética UCV, Enero 18, 2021). Esperamos que la Academia Pontificia por la Vida nos guie en esta delicada materia y responda a una pregunta concreta que algunos de nuestros hermanos y hermanas en la fe siguen preguntando: ¿Qué vacunas son eficaces y seguras científicamente, y buenas éticamente?
Es importante subrayar siempre que, aunque se nos invita a aceptar en esta situación de emergencia la vacuna que nos ofrezcan, proclamamos que estamos absolutamente contra el aborto y contra el uso de fetos abortados u órganos o tejidos derivados de ellos para su uso comercial (cosmética, alimentos, etc.), y también estamos opuestos al uso de líneas celulares procedentes de abortos provocados voluntariamente y usados para la investigación y la producción de vacunas. ¿Por qué estamos en contra? Porque estamos a favor de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural; porque estamos a favor de los derechos a la vida y a la salud; porque estamos a favor de los valores sociales fundamentales, esto es, la dignidad humana y los derechos humanos -iguales para todos-, el bien común, la libertad, la justicia, la solidaridad y la fraternidad.
Como cristianos creemos firmemente en el poder de la oración. Seguimos pidiendo al buen Dios que nos ayude a vencer juntos la batalla contra el Covid-19. Con la gracia y el amor de Dios, por Jesús y en el Espíritu, intentamos firmemente, y con mucha buena gente, ser social y éticamente responsables, es decir, justos, fraternales y compasivos.
Por Fr. Fausto Gómez, OP
Original