Las Naciones Unidas (ONU) han declarado, a través del año, algunos días como días o jornadas mundiales. Últimamente hemos celebrado el Día Mundial de la Tierra el 22 de abril, 2021, y el Día Mundial de Refugiados, 20 de junio, 2021. Por su parte, la Iglesia Católica también celebra algunos días mundiales: el Día Mundial de la Paz, establecido por el Papa Pablo VI en el 1967, el Día Mundial de la Juventud inaugurado por el Papa Juan Pablo II en el año 1984, y el Día Mundial del Pobre, por el Papa Francisco en el 2017.
Este año del 2021, el Papa Francisco inaugura un nuevo día mundial: la Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores, que se celebrará de ahora en adelante el cuarto domingo de julio de cada año, que este año cae en el día 25 de julio. ¿Por qué se celebra en el cuarto domingo de julio? Principalmente porque este domingo es el más cercano al 26 de julio, día en el que la Iglesia celebra la memoria de los padres de María la Madre de Jesús, San Joaquín y Santa Ana, que son los Patronos de las Personas Mayores. Este año, además, la celebración de esta jornada mundial está relacionada con el Año de Amoris Laetitia, la Exhortación Apostólica del Papa Francisco sobre la familia, que fue publicada hace cinco años.
¿Cuál es el objetivo de esta nueva jornada mundial? El Papa Francisco responde: el fin de esta jornada: “para honrar a las personas mayores y acentuar la importancia que tienen para la familia, la sociedad y la Iglesia; para llamar la atención sobre las necesidades y atributos de las personas mayores”. El tema del año elegido por el Papa es el siguiente: “Yo estoy contigo todos los días” (cf. Mt 28,20). Nos dice el Papa que este año singular quiere mostrar la cercanía del Señor y de la Iglesia a las personas mayores, sobre todo en estos tiempos difíciles de la pandemia causada por el Covid-19. Yo estoy contigo todos los días es también una “promesa de cercanía y esperanza que jóvenes y mayores pueden expresarse mutuamente”.
¿POR QUÉ DEBEMOS HONRAR A LAS PERSONAS MAYORES?
En algunas culturas, las personas mayores son tratadas generalmente con respeto y con reverencia. En nuestro mundo pos-humanista, sobre todo en los países más desarrollados, las personas mayores son frecuentemente marginadas y consideradas como inútiles y costosas para la sociedad.
Los cristianos con otros creyentes en Dios tenemos un mandamiento, que es en realidad formulación natural de nuestra naturaleza e identidad humana, de la ley natural: el cuarto mandamiento, “Honra a tu padre y a tu madre”(Ex 20. 12; Dt 5:16; Mc 7:10). Moisés pide al pueblo de Dios: “Ponte de pie y honra al anciano” (Lev 19:32). Ben Sirá suplica: “No te burles del anciano” (Eclo 8:6). El Salmista afirma: “Aún en la vejez dará fruto, estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es recto” (Ps 92, 15-16).
Honrar a las personas mayores significa respetar su dignidad y sus derechos, que son iguales que los derechos de los demás. Los ciudadanos de mayor edad deben ser respetados y honrados después de una vida dedicada al servicio de la familia, la sociedad y la Iglesia.
Los creyentes proclaman la dignidad divina de todos los seres humanos, que son “imagen de Dios” y hermanos y hermanas unos/as de otros/as. Las personas mayores no son una carga para la comunidad sino más bien “un ejemplo de conexión entre generaciones, un recurso para el bienestar de la familia, una escuela importante de la vida, y son capaces de transmitir valores y tradiciones” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia).
Nuestra fe cristiana nos habla del envejecer humano como de un viaje, una peregrinación a la casa de Dios Padre. En la Iglesia Católica se nos pide a los creyentes amar a las personas mayores con un amor especial, es decir, con un amor preferencial ya que ellos se encuentran con frecuencia entre los enfermos y los pobres. Además, las personales mayores son evangelizadores en la Iglesia. De modo concreto y relevante, las personas mayores predican la Buena Noticia de Jesús a través de un movimiento y asociación llamada Vida Ascendente (VA), que fundada en la década de os años 1950, está actualmente esparcida por todo el mundo, y organizada en miles de grupos en los que los miembros se ayudan mutuamente cultivando la amistad, la espiritualidad y el apostolado, y así contribuyendo significativamente a la evangelización del mundo.
¿LAS PERSONAS MAYORES SON HONRADAS HOY?
El Papa Francisco invita insistentemente a nuestra sociedad a amar a las personas mayores, que son fuente de sabiduría y experiencia, y lamenta la influencia perniciosa de una “cultura de usar y tirar” que les margina cuando ya no son productivos. Nuestra sociedad que es secular, materialista y consumista se guía cada vez más por la ley, sin tener en cuenta la ética. Por ello, lo que es legal puede ser – y a veces es - inmoral (por ejemplo, el aborto o la eutanasia “legal”).
Dos ejemplos recientes de descremación. Primero: casos relacionados con la pandemia del Covid-19. Durante la primera ola de expansión del nuevo coronavirus bastantes personas mayores afectadas por el Covid no fueron hospitalizas o fueron excluidas del uso de la UCI principalmente – sino solamente – por su edad. Esto fue, sin duda, injusto e inmoral, pues las personas mayores tienen derecho a la vida y a los servicios sanitarios como los demás. Segundo ejemplo de discriminación: leyes que permiten la eutanasia parecen, además, que invitan de alguna manera a ciertas personas mayores a pedir la eutanasia porque se les considera como inútiles al no ser “productivos”. Eric Fuchs se hace una pregunta desgarradora: “¿Cómo no van a sentirse (las personas mayores) culpables por seguir viviendo, por costar tanto y por ser inútiles? El Papa Francisco comenta: “¡Cuántas veces se les margina con actitudes de abandono que son auténtica eutanasia oculta!”
Una sociedad pacífica requiere que los jóvenes y los mayores caminen juntos en armonía intergeneracional y solidaridad empática. Caminar con los jóvenes pide a los adultos y mayores que les acompañen, que les dejen hacer lo que pueden hacer, que escuchen de verdad lo que tienen que decir, que caminen con ellos cuando sufren, que recen con y por ellos; sencillamente, que les amemos y sostengamos su esperanza en Dios.
Hace cierto tiempo, asistí a un simposio patrocinado por la Universidad de San José (Macao) sobre los servicios sociales que las personas mayores reciben en China, Hong Kong y Macao. Resultó un simposio interesante con muy buenas conferencias. Durante el turno de preguntas, yo hice una que sorprendió a los conferenciantes: ¿Son felices las personas mayores entrevistadas? Los tres conferenciantes respondieron de la misma manera: Nuestro cuestionario no incluía esa pregunta. Pensándolo bien: ¿No es esa pregunta importante, incluso crucial? Las personas mayores que conviven con nosotros, ¿son felices? ¿Se sienten honradas?
Que el cuarto Domingo de Julio del 2021, en el que celebramos la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores, nos ayude a todos a honrar a nuestros hermanos y a nuestras hermanas que son mayores en edad.