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España: Fiesta de la Transfiguración del Señor

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Monseñor José María Gil, Tamayo, obispo de la Diócesis de Ávila atendió el llamado de los hermanos capitulares para celebrar junto a ellos, con una eucaristía, este día de fiesta dentro de la iglesia, “La Transfiguración del Señor”.

En el quinto día del capítulo, Monseñor Gil Tamayo, en compañía del padre Marcelo Barvarino, secretario del obispo, comenzó con un fraterno y cordial saludo al nuevo provincial, Fray Rubén Martínez Ortega, a Fray Bonifacio García Solís, provincial saliente, a Fray Carlos Rodríguez Linera, prior de la comunidad del Real Monasterio y a todos los hermanos presentes en el capítulo y en el templo con motivo de esta fiesta.

“Para mí es una gran alegría y satisfacción ver a todos estos hermanos reunidos. Es de inmensa alegría para mí contar con esta comunidad de frailes dominicos en mi diócesis. Es además un ejemplo y testimonio que después de un poco más de 800 años, hoy continúe este carisma de predicación” señaló, al recordar además que hoy 6 de agosto se cumplen 800 años en los que Domingo entregaba su alma al Dios de la vida, “Precisamente hoy se cumplen 800 años de aquél viernes 6 de agosto de 1221 cuando el Señor llamó a su presencia allá en el cielo, sin dejar de tenerlo aquí en la tierra, a Santo Domingo de Guzmán”.

Agradeció a todos los frailes por estar presentes como una gran orden: “Para mí como obispo es alegría, es presencia, es una ayuda importante el que estén en Ávila ustedes y la comunidad que aquí reside. Por eso públicamente les doy las gracias, y gracias además por este llamado que me hicieron a acompañarlos en este día”.

De esta manera invitó a los frailes a vivir la celebración litúrgica por la fiesta de la Transfiguración. Un día especial dijo: “Porque además de la transfiguración, recordamos a este campeón de la evangelización, como lo es santo Domingo. Por ello preparemos nuestro corazón para que esté un poco más dispuesto y a la altura de nuestro padre Santo Domingo y de los Santos de la orden y de la Iglesia”.

En la homilía, Monseñor José María reiteró su agradecimiento a Dios primeramente por la elección del nuevo provincial, por lo que dijo que desde el primer momento en que se enteró de este resultado, ha orado por quien dirigirá el destino de la provincia durante los próximos cuatro años: “Fray Rubén, oro por ti, agradezco al Señor y a la vez le pido para que tu vida pueda ser el fiel reflejo de Cristo y nuestro padre Santo Domingo. Pido por ti y por tu consejo, por los definidores del capítulo, por la responsabilidad que les toca asumir, cuentan con mis oraciones”. También agradeció a Fray Bonifacio García Solís por haber permitido que en esta diócesis él ordenara sacerdotes a tres de nuestros hermanos el pasado mes de mayo “A este obispo nuevo me habéis dado esta gran satisfacción, le doy las gracias a Dios por esto, pues es una gracia y ello me vincula mucho más a la Orden Dominicana a la que le tengo mucho respeto y un gran cariño. Es eso, gratitud lo que siento por ustedes, por vuestro servicio a la iglesia y mucho más vosotros, quienes pertenecéis a esta provincia del Rosario dentro”. Mencionó además, que ha tenido amigos entrañables dentro de la Orden.

Dirigiéndose a todos, monseñor recordó que el Papa Francisco habla de una iglesia en salida y en este caso dijo:“Podría ser, de una Orden en salida, una salida misionera que vaya a las periferias como lo ha hecho esta provincia dominicana tan sabiamente. Han seguido ustedes esa hoja de ruta propuesta por el Papa. Vosotros reunís todos estos ingredientes de ser misioneros e ir donde sea necesario y así hacen evangelio y cumplimiento del carisma propio de esta gran orden religiosa”.

“Qué alegría me da, poder acogeros en esta iglesia tan antigua, iglesia vuestra, hermosa en arquitectura y como iglesia o comunidad cristiana aquí en Ávila, una ciudad de santos y de cantos como dice el dicho” mientras continuaba emitiendo palabras llenas de agradecimiento para con los frailes.

Para el obispo de Ávila, capítulos como el que se viene desarrollando ahora en esta ciudad, deben ser claves de colegialidad y fidelidad a la iglesia y al carisma propio, por lo que dio a conocer que tiene días orando por el buen desempeño de cada uno de los hermanos capitulares, para que sigan fieles a la fuente primera que nos dio a beber nuestro padre y fundador: “En un día como hoy, el Señor llamó a Santo Domingo. Por eso esta fiesta de la transfiguración debe hacernos también capaces de transfigurarnos a nosotros mismos que participamos de tantas contrariedades, sufrimientos, alegrías y de tantos gozos, de las angustias de nuestro tiempo como dice la Gaudium et Spes. Han venido aquí a pediros que habite en vosotros el Espíritu Santo y a rendiros ante ese Espíritu ante quien os ha llamado, a sentir de nuevo la llamada de ese amor primero, pero no solo en lo personal, sino que es una llamada corporativa en este caso, una llamada de toda la orden. Busquen el amor primero, el originario. Hay que seguir sacando brillo a lo que Dios quiso y quiere al suscitar un carisma como éste, el de la predicación. Un carisma que en definitiva es el anuncio del evangelio, viviendo en fraternidad para acompañar ese anuncio de Cristo. Un anuncio lleno de coherencia de vida y alegría a todas las partes donde vayan”.

Monseñor hizo mención de algunos lugares donde la provincia tiene misiones, destacando aquellos sitios en los que la iglesia ha sido perseguida, atacada, maltratada y donde han dado muerte a tantos misioneros de la Orden, de manera especial, de la provincia del Rosario “Estáis precisamente en estas periferias, muchas de ellas, nuevas periferias, en tierras ahora que se han convertido en el epicentro geopolítico para anunciar a Jesucristo, para dar sentido cristiano a la vida de tantos hombres y mujeres que vosotros conocéis de cerca. Habéis tenido una inculturación ejemplar para llegar hasta allá. Así van dando una cosmovisión evangélica a tantos rincones asumiendo el compromiso que asumió este gran varón del evangelio como lo fue Santo Domingo, un gran campeón de la evangelización”.

Pidió al Espíritu Santo mucha valentía para tantos hermanos nuestros. Dijo que su oración será permanente por quienes están en tierras de misión, que además apuesta por una renovación constante para sacudir lo que estorbe y entorpece y poder así, descubrir a través de un buen discernimiento: “¿Dónde pueden estar las deficiencias que no permiten crecer, que acortan y estorban tanto en lo personal, como en lo comunitario? ¿Qué es lo que el Espíritu Santo pide aquí y ahora a esta provincia tan rica en diversidad de lenguas y culturas?” pues de esta manera señaló, que se continuará con aquello que soñó un día Santo Domingo y por lo que él sigue con un espíritu de oración pidiendo: “Ojalá que el Espíritu Santo haya encontrado aquí, el eco suficiente, la creatividad para renovar con fidelidad el carisma, para poner metas apostólicas que eviten  la tentación de un mantenimiento o estancamiento, y para que ardor y pasión evangelizadora como nos enseña y anima el Papa Francisco, sigáis predicando como hasta ahora lo habéis hecho. Hacedlo por favor como la iglesia os quiere, os admira y os respeta, hacedlo con este carisma específico. Hacedlo en el cuerpo místico de Cristo, sin puritanismos, sin imitaciones, con creatividad, con el aporte que siempre ha dado la orden dominicana, con ese deseo de quien quiere ser un fiel seguidor de Cristo, como las primeras comunidades cristianas. Con sentido martirial y alegría en el Señor, con vigor como los apóstoles y el mismo Domingo. Hacedlo dando ejemplo de quienes testimonian a Cristo con su propia sangre, con la vida. Hacedlo con la alegría que propone un cristianismo lleno de gozo, propositivo, esperanzador, no siendo mensajeros de calamidades, no seáis profetas de desgracias, sino anunciadores de este evangelio que libera, con sencillez, con sentido y exigencia. Hacedlo desde vuestra pequeñez de vuestras vidas y vuestra existencia, con esa blancura que simboliza vuestro hábito, en la blancura de quien quiera reflejar la dependencia absoluta de Dios y de la fraternidad entre vosotros.

El obispo de Ávila invitó e insistió a dar razón de nuestra  fe y de nuestra esperanza: “Y dar razón es estudiar, es formarse, es profundizar en las ciencias sagradas y en las ciencias humanas que ayudan para la evangelización. Ser dignos guerreros de la tradición intelectual y profunda, huyendo de los peligros actuales como el neopelaianismo, y de una especie de gnosis desencarnada de la vida que nos instala en un mundo que no es el de Dios, que no es el del encarnación prolongada de la historia del hijo de Dios en su iglesia, por eso amad a la iglesia, ayudad a la iglesia, os necesitamos, yo los necesito. Por favor os necesitamos. Por eso insisto a esa lozanía renovada del amor primero institucional a ser dadores de la razón de la esperanza, anunciadores convencidos y convincentes del evangelio”.

Monseñor hizo hincapié en que debe haber un compromiso profundo para tocar el cuerpo de Cristo en los más necesitados y que esté basado en el estudio y la investigación y así poder predicar con criterios firmes: “Estáis en esos escenarios de la nueva evangelización porque todavía no han oído hablar de Cristo. Sed evangelizadores con espíritu,  como nos pide el Papa Francisco en la Evangelii gaudium, con sentido, con profundo conocimiento de Cristo, de tener ese trato con Jesús  asiduo y constante, como lo sabéis hacer contemplando y dando a los demás lo contemplado para que eso contemplado, sea conocido y transmitido, el mundo necesita a Jesucristo”.

“Vosotros conocéis y padecéis escenarios de paganía, no hay anti teísmo, hay paganía. Hay gente que no tiene la luz de Cristo encendida en su corazón. Sed iluminadores sin pretender ser unos “iluminados” que por desgracia cuando se está tan lleno de doctrina, cuando no hay una educación de la fe del pueblo o faltan los pastores, llegan mil corrientes y falsas doctrinas como lo expone la carta de San Pedro en las solemnidades invitando a vivir con fidelidad la sana doctrina de la iglesia” señaló Gil Tamayo.

Finalizó su predicación y reflexión animando a los frailes a seguir adelante: “Que el rostro del Jesús transfigurado y resucitado se manifieste en cada uno de vosotros, que seáis evangelizadores siendo transformadores eficaces”

Pidió la intercesión de Santa María en la advocación de Nuestra Señora del Rosario: “Que ella os ayude a ser buenos hijos de ese Dios que es padre. Os ayude a seguir con el anuncio del evangelio, con una sencillez convincente. Que ella, humilde y sencilla nos lleve a su hijo para poder continuar anunciándolo a Él que es la luz que anticipándose a su misión, se manifestó a los apóstoles como lo anunciamos en el evangelio de este día en esta fiesta. Hermanos, pidamos al Señor ver su rostro, como lo vieron los apóstoles a solas con Él, al momento de transfigurarse. Así sea”.

La liturgia estuvo animada por los cantos de Fray Jesús Ángel Barreda acompañado por Fray Rafael Jesús Jiménez Morillo, en el órgano.

 

Fray Marcos Julio García Sánchez, OP (Comisión de medios)

Fotos: Fray Marcos Julio García Sánchez, OP