LA RESURRECIÓN DE CRISTO CLAVE DEL CRISTIANISMO

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Queridos hermanos:  “Resucitó al tercer día según las Escrituras”. Cada domingo, en el Credo, renovamos nuestra profesión de fe en la Resurrección de Cristo. En la Iglesia todo se comprende partiendo de este gran misterio, que ha cambiado el curso de la historia y se actualiza en cada celebración eucarística.

   Sin embargo, celebramos un tiempo litúrgico en el que esta realidad central de la fe cristiana se propone a los fieles de un modo más intenso para que redescubran cada vez más y la vivan cada vez con mayor fidelidad: es el tiempo Pascual. Cada año, en el Santísimo Triduo de Cristo Crucificado, Muerto y Resucitado, la Iglesia recorre, en un clima de  contemplación y penitencia, las etapas conclusivas de la vida terrena de Jesús: su condena a muerte, la subida al Calvario llevando la cruz, su Sacificio por nuestra salvación y su Sepultura.

   Luego, “al tercer día”, la Iglesia revive su Resurrección:  Es la Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la vida, en el que se realizan en plenitud las antiguas profecías. Toda la liturgia del Tiempo Pascual canta la certeza y la alegría de la Resurrección de Cristo. Debemos renovar constantemente nuestra ahhesión a Cristo muerto y resucitado por nosotros: su Pascua es también nuestra Pascua, porque en Cristo resucitado se nos da la certeza de nuestra futura resurrección, y esta consoladora noticia no envejece porque Jesús está siempre vivo, y también sigue vivo su Evangelio.

   El debilitamiento de la fe en la resurrección de Jesús debilita el testimonio de los creyentes. En efecto, si falla en la Iglesia la fe en la Resurrección, todo se paraliza, todo se derrumba. Por el contrario, la adhesión de corazón  y de mente a Cristo muerto y resucitado cambia nuestra vida e ilumina la existencia de las personas y de los pueblos.

   ¡ Jesús ha resucitado! Es “el que vive”, y nosotros podemos encontarnos con él, como se encontraron con él las mujeres que, al alba del tercer día, el día siguiente al sábado, se habían dirigido al sepulcro;  como se encontraron con él los discípulos, sorprendidos y desconcertados por lo que les habían referido las mujeres; y como se encontraron con él muchos otros testigos en los días siguientes a su resurrección.

   Como los discípulos reconocieron a Jesús al partir el pan, así hoy, al partir el pan, también nosotros reconocemos su presencia. En la Santa Eucaristía  también nosotros  descubrimos y encontramos a Jesús en la mesa del Pan y del Vino consagrados. Cada domingo la comunidad revive así la Pascua del Señor y recibe del Salvador su testamento de amor y de servicio fraterno.

   Que MARÍA nos ayude a ser mensajeros de la luz y de la alegría de la Pascua para muchos hermanos nuestros. Os deseo a todos una ¡FELIZ PASCUA!

FR. ROBERTO GARCÍA GONZÁLEZ

Fr. Roberto González, OP